Mayoral, 80 años «haciendo amigos»
Mayoral es hoy en día una empresa muy distinta de la que era hace 25 años. Esta multinacional textil especializada en moda infantil empezó fabricando calcetines en la posguerra española. La historia de Mayoral está ligada a la iniciativa emprendedora de la familia Domínguez y a Málaga, donde sigue teniendo la sede central. Manuel Domínguez de la Maza, director general de Mayoral y miembro de la cuarta generación, explica en este artículo los orígenes de esta empresa familiar que fue pionera en la aplicación de la informática y que sigue fiel al legado de sus predecesores.

Por Manuel Domínguez de la Maza, director general de Mayoral
Los pueblos de serranía son entornos duros donde los habitantes tienen que aguzar el ingenio para salir adelante y prosperar. Este era el caso de Yunquera, un pueblo de la serranía de Ronda, a unos 60 km de Málaga. Allí nació y creció mi bisabuelo, Rafael Domínguez García, y fue allí donde comenzó su carrera de emprendedor, primero con la apertura de un comercio y posteriormente de un pequeño taller para fabricar mantas.
Tras la Guerra Civil, y con el objetivo de retomar el negocio, viajó junto a su hijo mayor, Francisco, a Barcelona para comprar máquinas de tejer. Pero el capital del que disponían no daba para tanto, y tuvieron que conformarse con comprar unas viejas máquinas para hacer calcetines. Así, en 1941 fundaron la empresa Domínguez Toledo, esta vez en Málaga, para fabricar calcetines, que durante la posguerra española fueron muy demandados, como casi cualquier artículo de consumo.
“Los orígenes de Mayoral los encontramos en Domínguez Toledo, una empresa fabricante de calcetines fundada en la posguerra española.”
Una familia emprendedora
Francisco, al igual que su padre, se reveló como una persona emprendedora a la que le gustaba empezar negocios distintos. Fue así como en estos años, entre él y sus hermanos continuaron con la fábrica de calcetines, además de explotar una mina de pirita en Salamanca, una constructora en Jaén y otros negocios más pequeños. Con el tiempo, los hermanos tuvieron diversas rencillas y la solución que encontraron para evitar problemas fue repartirse los negocios.
De esta forma, y tras 25 años, mi abuelo Francisco se encontró al frente de la fábrica de calcetines, empresa anticuada y poco rentable, pero sin deudas. Se sintió sin las fuerzas necesarias para continuar con la empresa y llamó a su hijo Rafael, joven ingeniero textil que trabajaba en una gran empresa industrial del Estado, para que se incorporara al negocio familiar. En caso de que Rafael no aceptara, la alternativa sería vender la fábrica.
Tras consultar a su esposa, Rafael decidió aceptar el ofrecimiento y trasladarse desde Madrid a Málaga, pero puso una condición. Había percibido los problemas familiares de su padre con sus tíos y, para evitar conflictos, creyó que necesitaba tener mayoría accionarial. Francisco reflexionó sobre la petición de su hijo, y finalmente la encontró razonable, así que le adjudicó la mayoría de las acciones y compensó a sus otras dos hijas con otros bienes de la familia.
Nuevas generaciones, nuevos enfoques
A diferencia de su padre, Rafael no era hombre de hacer muchas cosas diferentes, más bien lo contrario, su objetivo era centrarse en algo y hacerlo lo mejor posible. Desde el principio se enfocó en cambiar los procesos de la empresa, tanto fabriles como administrativos, y a principios de los años setenta descubrió la informática, pasión que ya no le ha abandonado hasta nuestros días.
“Mi padre descubrió la informática a principios de los años setenta. El segundo gran ordenador que llegó a Málaga fue el de Mayoral. Aún mantiene esa pasión y, a sus 83 años, ha aprendido a programar en Python.”
Gracias a esta pasión, el segundo gran ordenador que llegó a Málaga fue el de Mayoral, después del de la Caja de Ahorros. Mis primos y yo recordamos a Rafael yendo a la playa con los voluminosos manuales azules de programación de IBM. La generación de nietos de Rafael, que será la quinta, no sale de su asombro cuando su abuelo les cuenta que ha aprendido a programar en Python (¡con 83 años!).
No es casualidad que esta fortaleza informática y logística permita hoy a la empresa mover con eficiencia sus prendas, tanto desde origen en los países de producción, como hasta los países destino, pasando por los modernos almacenes automatizados que Mayoral tiene en Málaga.
Impulsando la internacionalización
En los años 90, y para luchar contra la crisis de entonces, la tercera generación fue llamando a varios miembros de la cuarta para que se fueran incorporando. A partir de entonces, la empresa comenzó a desarrollarse internacionalmente tanto hacia atrás (producción) como hacia adelante (exportación).
La apertura de oficinas comerciales y de suministro en 21 países se llevó a cabo con personal nativo para estar más próximos a los clientes. Este personal se fue formando con diversas estancias en Málaga, donde además de los procesos correspondientes, se intentaba imbuirles de la cultura de empresa con una acogida amable. El resultado final de este proceso de internacionalización simultáneo ha sido el despegue de la cifra de negocios de Mayoral.
“La apertura de oficinas en 21 países se llevó a cabo con personal nativo para estar más próximos a los clientes. Se les formaba en estancias en Málaga, donde además de los procesos se intentaba imbuirles de la cultura de empresa”.
Rafael, su hermana Elisa y su esposa María Antonia son los tres miembros de la tercera generación que, con su esfuerzo, acierto y tenacidad, han hecho crecer de forma sostenida Mayoral como empresa sólida durante décadas. En 2007, llegado el momento, supieron dar un paso al lado y facilitar el relevo a la cuarta generación (claro que no éramos nuevos en la empresa, el que más el que menos llevábamos para entonces 15 años trabajando en Mayoral).
Construyendo un legado
Los cuatro miembros de la cuarta generación de la familia que trabajamos actualmente en la empresa, junto a un equipo de directivos muy comprometidos, nos esforzamos día a día para construir una compañía mejor sobre las bases que nos legaron las generaciones anteriores. Lo hacemos con un estilo diferente a las generaciones precedentes, pues cada líder ejerce de la manera que se siente más cómodo según sus habilidades, las características de la empresa y el entorno en el que se encuentra.
“Una empresa familiar bien gestionada es un lugar idóneo para desarrollar una carrera profesional, pues a las oportunidades profesionales se une un toque más humano.”
Mayoral es hoy en día una empresa muy distinta de la que era hace 25 años. Actualmente fabrica y vende en muchos países, y distribuye sus productos por diversos canales propios y ajenos, pero sigue arraigada en Málaga. Esta ubicación, por su calidad de vida y por su entorno, se está revelando como clave a la hora de atraer talento, especialmente en áreas como digital y tecnologías de la información.
Una empresa familiar mal gestionada puede ser un infierno para trabajar, pero una bien gestionada es un lugar idóneo para desarrollar una carrera profesional, pues a las oportunidades profesionales se une un toque más humano. El eslogan «Mayoral hace amigos» ha sido, y es, parte fundamental de la filosofía de la empresa y ha marcado el camino de una compañía que basa su éxito en la calidad y la moda en su máxima expresión.
Nuestro reto es crear el ambiente de trabajo idóneo para seguir haciendo crecer el negocio y pasar el testigo de una empresa mejor al próximo equipo de gestión, que seguro será una mezcla de familiares y no familiares, pero que seguro estará formado por personas capaces y comprometidas.
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