Cuando cambia la propiedad y se mantiene el equipo directivo: una nueva forma de hacer las cosas en la empresa

En el artículo anterior vimos que hay distintas maneras de gestionar los negocios según el tipo de propiedad, pero todas tienen algo en común: dirección y propiedad han de estar alineadas para ser efectivas. ¿Qué ocurre cuando se produce un cambio de propiedad, pero se mantiene el equipo directivo? ¿Cómo afecta este cambio a la dirección general y al consejo de administración?

Por Marta Elvira, profesora de dirección estratégica y
titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE

Los cambios de propiedad conllevan modificaciones en ciertas políticas de la empresa, incluso aunque el nuevo accionista [1] de referencia sea puramente financiero y pueda pensarse que no afectará demasiado al modus operandi de la compañía. Si bien los cambios pueden parecer pequeños, impactan sustancialmente en la gestión diaria de las empresas. Cabe matizar que, en realidad, muchas veces no son las políticas como tales las que cambian, sino su interpretación y aplicación en el día a día.

Como explicábamos en el capítulo “General management as firm ownership changes” del libro General Management in Latin and Ibero-American Organizations: A Human Perspective (Routledge), escrito con el profesor del IESE Luis Manuel Calleja  (†), las principales consecuencias tienen que ver con políticas de gestión. Por ejemplo, cambiarán las prioridades de reporting; se revisarán las políticas de tesorería, prestando especial atención a los gastos de los directivos, el reparto de dividendos y el endeudamiento; y se reformularán las políticas comerciales y de compras, entre otros aspectos.

A nivel interno, los principales cambios se producirán en las políticas de remuneración y es muy probable que se reformulen los bonus e incentivos para ajustarlos a los objetivos y prioridades de la nueva propiedad. El nuevo enfoque del proyecto empresarial influirá también en los criterios de promoción interna y en los estándares éticos, que deberán reflejar los valores y sensibilidades de los nuevos propietarios.

“Gestionar el cambio de propiedad manteniendo al equipo directivo requiere que la dirección general de la empresa tenga capacidad de adaptación y esté dispuesta a asumir nuevas responsabilidades.”

El papel de la dirección y del consejo

Gestionar el cambio de propiedad manteniendo al equipo directivo requiere que la dirección general de la empresa tenga capacidad de adaptación, aprendizaje y predisposición para asumir nuevos roles y responsabilidades.

A lo largo del proceso de transformación, es importante que los altos directivos vean al director general como la persona que, de hecho, ostenta el poder en la empresa, aunque dicho poder sea limitado y no corresponda a una estructura y puesto específicos sino al desempeño de un conjunto más amplio de funciones.

Por su parte, el presidente del consejo tiene un papel clave en esta transformación, pues de él dependerá el buen funcionamiento de este órgano de gobierno, tanto legal como operativamente. Ha de ser una persona de confianza tanto para los propietarios y accionistas, como para los consejeros.

Es imprescindible que exista una alineación entre las diferentes áreas de gobierno y operaciones de la empresa para que el cambio se lleve a cabo con éxito. Esta alineación va más allá de encontrar el equilibrio y requiere coherencia y armonización.

“Una empresa es una organización de trabajo sociopolítica, económica y basada en la confianza, por eso adoptar un enfoque meramente contractual cuando se produce un cambio de propiedad no suele funcionar.”

Algunos consejos finales

Estas recomendaciones ayudarán a los equipos de alta dirección y a los consejos a gestionar con éxito los cambios en la propiedad de la empresa:

  • Adaptar la propiedad al negocio, o a la inversa, es una tarea de gobierno que condiciona profundamente el trabajo y la estabilidad de la empresa y su gestión. Llevar a cabo este proceso de adaptación es responsabilidad del presidente del consejo.
  • La dirección general debe obtener buenos resultados, y ser capaz de aprender y adaptarse a los requerimientos, intereses y estilo de la nueva propiedad. En el fondo, esta situación no dista demasiado de la que debe afrontar un directivo externo a la familia cuando se incorpora a una empresa de propiedad familiar: se requiere tener una sensibilidad especial, ser un buen profesional y, al mismo tiempo, entender los valores y la forma de hacer las cosas de los nuevos propietarios.
  • Por su parte, el propietario debe preocuparse de conocer y comprender el negocio de la empresa adquirida.
  • El papel del director general a la hora de comunicar y educar es decisivo. De sus capacidades dependerá que se logre transmitir ilusión por el nuevo proyecto empresarial.
  • Por parte del nuevo propietario, la figura del presidente del consejo es fundamental para entender el negocio, hacerlo funcionar correctamente y ayudar al director general a identificar las líneas de actuación más adecuadas.
  • El futuro de la empresa también es responsabilidad del director general, que es la parte que no cambia del negocio. Para ello, debe ser capaz de ir más allá de los resultados a corto plazo que pueda exigir el consejo.
  • La lista de tareas ejecutivas y de gobierno debe redefinirse y actualizarse en función de la etapa de la propiedad.

Adoptar un enfoque meramente contractual cuando se produce un cambio de propiedad no suele funcionar. No hay que olvidar que la naturaleza de la empresa va más allá de las relaciones contractuales: una compañía es una organización de trabajo sociopolítica, económica y basada en la confianza que se comprende mejor durante períodos de tiempo largos que cortos. Así que conviene que todas las partes tengan paciencia y trabajen conjuntamente para encontrar el encaje idóneo y conducir la nueva empresa hacia el éxito.


[1] En este artículo, cuando hablamos de “propietarios”, de “directivos”, de “consejeros” o de “director general” entendemos que el cargo puede ser desempeñado por una mujer o un hombre de forma indistinta. También cuando nos referimos a los empleados, los accionistas, etc., usamos la forma masculina como genérica, para agilizar la lectura, entendiendo que engloba tanto el femenino como el masculino.

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